Era un extraordinario profesor. Tenía muchos conocimientos y sabía transmitirlos con maestría; enseñaba a pensar y a razonar y; sin embargo, no se hizo un buen educador rápidamente. El joven maestro comprendió que para educar no sólo le hacía falta tener grandes conocimientos, sino también comprender las peculiaridades de cada estudiante, tener en cuenta sus rasgos personales.
Makarenko siempre se creyó que el trabajo colectivo era el mejor medio para lograr la adaptación social de los seres, pues solamente la sociedad impone tareas y responsabilidades.
Las primeras soluciones teóricas estuvieron respaldadas por lo hechos. En primer lugar, se intentó rescatar a los residentes de la pobreza y la necesidad.
Su innovadora pedagogía tenía como idea principal lograr un cambio en la conducta de los guías la lectura jugó un papel decisivo en la transformación de la conciencia de los jóvenes. Se leía con ansia (como ya había hecho el propio Makárenko en su juventud) y se organizaban lecturas colectivas.
Entre sus principales legados a la pedagogía se cuentan la fundación de las casas cooperativas para huérfanos de la guerra civil, destacando la Colonia Gorki; y más tarde, en el municipio de Dzerjinski, donde trabajó hasta el fin de sus días.
Su principio fundamental es que la educación es un proceso que se produce con esfuerzo y disciplina, y cuyo objetivo es el ejercicio de una socialización eficaz y productiva.
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